Cuentan, es sabido, que en los días gélidos los erizos sienten la necesidad de
juntarse para darse calor y no morir. Cuando se aproximan mucho, las púas
de los otros erizos les causan dolor. Sin embargo, alejarse comporta un frío
insoportable.
A diferencia de los erizos, nos acercamos no sólo a otros erizos sino a la causa
de estos días helados. El peligro y la moderación nos mantienen a una
distancia adecuada para subsistir. Pero, a veces, nos seguimos acercando.
El comité de la noche.
Belén Gopegui