“Como habitante de este mundo, tengo el don, atrapado de una galaxia
lejana, de caerme. Mi mirada siempre va de arriba abajo, del cielo a la tierra,
sin pasar por la mitad del mundo. Las personas creamos por impulsos, por
altibajos, por ciclos, subidas y bajadas. Y entre mis caídas en el tiempo, se
va desarrollando mi vida, pensamientos, acontecimientos, temores, amores,
familia... En definitiva, todo lo que te importa y te hace levantar.
Este último descenso ha sido rápido, casi sin respiración, y ha ocasionado
que una de mis manos tenga unos dedos mas tensos, mi piel se quedó en
la acera. Rodé desde lo alto, las milésimas de segundos en las que me veo
planear hasta chocar contra el suelo, luego, hay sangre y dolor, hasta que
todo se restablece y mi universo se pone de nuevo en órbita y empiezo a
girar en un gris constante.
En cada caída, voy dejando algo que no podré recuperar, y a la vez algo del
suelo se agarra a mi, como una melodía acompasada y cada vez que me
preguntan que con qué me caigo, siempre hay una excusa, algo que me
hace volar hacia el suelo. En el fondo pienso, que no es verdad.”