Cristiana Gasparotto

Lì per me

Lì per me

Nos sentábamos en el borde de la cama. Ella me miraba, era bella.
 Me escuchaba, y la habitación
 se llenaba de tiempo. Yo creía que ser niña es difícil. 
Y que un día dejaría de crecer. 
Entonces no tendría nada más que hacer. Que sentarme en el borde de una cama. A mirar y a escuchar.
Este año alcanzo la edad que mi madre tenía cuando falleció.
 En mi adolescencia, dediqué muchas horas de luz para comprender la naturaleza de las sombras. Me pregunté sobre los principios que impulsan y luego se derrumban, sobre el tedio y las disonancias que habitan los intervalos entre momentos sublimes. Ahora me ocupa la esencia de todo lo que sienta, lejos del ruido. La luz atraviesa un espacio diáfano y se expande en el silencio. Retrato objetos que pertenecieron a mi madre: sus prendas, un libro, unas fotografías. Busco el desgaste provocado por su utilización y por el paso del tiempo. En estos materiales, en los que envuelvo mi espacio interior, quedan olores, sensaciones, recuerdos.