María Barba

Hirsutas

Hirsutas

Gastamos tiempo, dinero y esfuerzo en una eterna lucha hacia el ideal de belleza lampiño, aquel que pensamos nos hace más humanos, más atractivos, más femeninos, más musculosos, menos salvajes, más domesticados en la comodidad y amparados por la sagrada higiene.

La depilación corporal es una práctica normativa que cada vez acapara más adeptos sin importar su sexo, género o condición. No obstante, sigue siendo el sexo femenino el que se depila durante más de la mitad de su vida de todas las formas posibles e imaginables. Es este un ideal de belleza inalcanzable, como tantos otros que hemos tragado durante un milenio de publicidad y medios de comunicación masivos.

Admitámoslo, somos gente peluda. Mirémonos otra vez. Enseñemos nuestras excreciones velludas. Mostremos cómo las eliminamos y cómo intentamos esconderlas. Arranquémoslas de nuestra piel, pero antes admiremos cómo crecen. Quemémoslas, pero antes dejémoslas vivir libres y visibles. Odiemos nuestros pelos, pero también amémoslos.

Sólo mostrando con orgullo nuestras depilaciones seremos conscientes de que realmente ninguno de nuestros cuerpos es lampiño, sino que somos cuerpos en eterna construcción. Y así son las hirsutas de este proyecto.